El Gobierno Nacional , a través del Ministerio de Vivienda, entregará hoy la última etapa del proyecto habitacional de Curundú.
Esta última etapa contempla la entrega de los últimos 297 apartamentos a familias humildes del corregimiento de Curundú, quien vivirán en un nuevo entorno comunitario rodea de áreas verdes, canchas deportivas, biblioteca, centro de guardería y locales comerciales para cooperativas formadas por la propia gente del barrio.
La empresa Odebrechet estuvo a cargo de la obra, que desarrolló en casi dos años y medio. Los propios curundeños contratados participaron en la edificación.
“Exhorto a los moradores de Curundú a que cuidemos este proyecto, porque esto ha sido una bendición de Dios y hay bendiciones que no se repiten en la vida. Aquí solo pagamos 50 dólares mensuales. Estamos en pleno centro de la ciudad, muchos quisieran estos terrenos”, expresó la pastora Anays Mosquera.
Es que aunque ella no fue beneficiada con el proyecto habitacional de Curundú, ayuda a su hija -del mismo nombre- a dirigir el negocio, una abarrotería que abrió solo hace dos semanas y que está cerquita de los 340 nuevos apartamentos que entregará hoy el presidente Ricardo Martinelli, con los cuales se concluye el proyecto Curundú.
Microempresaria
Dando primero la gloria a Dios, con un lenguaje sencillo, pero educado, Anays no extraña nada del viejo Curundú: “No te puedo decir que extraño algo porque yo siempre pensé que uno debía tener una mejor calidad de vida”.
Oriunda del Darién, Anays llegó a Curundú cuando tenía 17 años. Ahora tiene 52. Su vida transcurrió vendiendo golosinas en medio del otrora barrio en donde las balaceras, asesinatos y delincuencia eran el pan de todos los días. “Gracias a Dios, inicié mi negocio con $2. Vendía -caminando por la calle- galletas y accesorios. Me caminaba todo Curundú”, recordó. No obstante, los deseos de superación la llevaron a instalarse en un local al lado de la junta comunal.
Con la renovación de Curundú, la hija de Mosquera solicitó un nuevo local, por el cual pagan $50 mensuales. "Ella está en la 'U' y no tenía para continuar sus estudios. Entonces, a través del local viejo, conseguimos este nuevo".
A pesar de tener un local establecido, Anays tiene una visión comercial más amplia y también vende comidas en ferias, eventos e instituciones."Este proyecto me ha dado la oportunidad de trabajar dos años para hacer labor social. Se ha visto el cambio", dijo.
Pandillas y balaceras
"Hubo un acercamiento entre las pandillas. Han cesado las balaceras. La mayoría de las personas pueden llegar de un lado a otro. Ahora esto se me llena de jóvenes que vienen a jugar fútbol y compran sus golosinas. La gente camina y se sienta a recrearse, cosas que antes no podíamos hacer, porque todo era basura y aguas negras", resaltó Anays. Concluyó que "este local se llama 'Yo soy el que soy'. Aquí seguiré trabajando, colaborando por la paz, predicando la palabra de Dios y tratando de salvarle más almas".
Que Dios le de la sabiduría al pueblo panameño para que sigamos siendo bendecidos con gobiernos que ayuden a mejorar las vidas de los más necesitados. Para no volver nunca a las porquerías que se habían vuelto dueños de este país lleno de gente bella.
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