Los sorpresivos encuentros entre renombradas figuras del panameñismo y el presidente de la república, Ricardo Martinelli, como la recientemente realizada con Alberto Vallarino, Mireya Moscoso y Samuel Lewis Galindo, demuestra que algo grande se está cocinando.
Si a esto agregamos la reunión del candidato presidencial de Cambio Democrático (CD), José Domingo Arias y Arnulfo Arias Olivares, estamos en capacidad de citar aquel viejo refrán que dice que “no hay peor ciego que el que no quiere ver”.
Las conversaciones con los históricos del panameñismo y los de la nueva generación han sido para intercambiar puntos de vista sobre las elecciones de mayo de 2014 y sobre la candidatura de Juan Carlos Varela, sobre la cual pende la sombra de una aparatosa derrota.
El candidato panameñista se ha visto rodeado de un grupo de amigos y empleados de sus empresas licoreras que en asuntos políticos o económicos no representan nada.
Alberto Vallarino fue muy enfático al responder que él es panameñista, al ser preguntado si apoyaba a Varela.
Los miembros del panameñismo se han puesto en alerta desde hace tiempo porque, al igual que en otras épocas, intentan robarse a su partido, lastimosamente para ellos porque ahora se trata de alguien en quien creyeron.
No debemos extrañarnos que después de haberse realizado estas reuniones, un importante sector del Partido Panemeñista, desconozca el liderazgo de Varela y lo abandone a su suerte.
En su destino parece estar dibujado el rostro de una estruendosa derrota en mayo del 2014.
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