domingo, 28 de octubre de 2012

DISCURSO A LA NACIÓN


Conciudadanos:
Esta mañana sancioné la derogación de la Ley 72 de la Zona Libre de Colón.
Lo hice convencido de que es la voluntad de los colonenses, que la rechazaron.

Por más buena que sea una ley, si el pueblo no la quiere, no sirve.

Si creímos que la ley estaba consensuada, nos equivocamos.

Por varios días, el diálogo propuesto por el gobierno, no prosperó.

Lo entiendo. Existe una frustración y desconfianza acumulada, producto de 40 años de abandono.

No dejo de pensar y lamentar que panameños inocentes perdieran sus vidas en un conflicto innecesario.

Derogué una ley cuya explicación no llego a todos, pero volver a la paz es lo más importante

Cuidar de los heridos y de los familiares de los fallecidos es nuestra prioridad. Iremos a cada uno de sus hogares a brindar el apoyo que necesiten. A los deudos, mis sentidas condolencias.

Hoy, que hacemos un alto en el camino, quiero brindarles una reflexión sobre Colón:
Una sola calle separa tanta riqueza de tanta pobreza.

Las tierras de la Zona Libre dan tanto y los colonenses reciben tan poquito.

30 mil millones de Balboas en exportaciones, producen solo 33 millones de balboas en arrendamientos.

Yo creo en Colón, en los colonenses y en los empresarios. Estamos orgullosos de tener la segunda Zona Libre más grande del mundo.

Pero mientras la Zona Libre sube y sube, Colón apenas está empezando a cambiar.

Hay que mirar hacia adelante. Tenemos que buscar otras alternativas para sacar a Colón del abandono.

Al final de este gobierno habremos invertido más de mil millones de balboas para que Colón empiece su proceso de cambio.  Algo histórico. Pero hay que darle oxígeno a Colón para que respire solo.

Parte de ese oxígeno debería venir de la Zona Libre. El país tiene una enorme deuda con los colonenses. Llegó el momento de honrarla. Ese era el único interés de la ley que hoy derogamos. Poder conseguir de forma expedita dineros adicionales para nuestros hermanos de Colón.

Como la mayoría de los panameños, tengo el corazón triste. Triste por las vidas que perdimos, los heridos y los bienes saqueados.  Triste porque en vez de avanzar retrocedimos. Todos los panameños debemos recapacitar sobre lo ocurrido.

La violencia nunca debe ser la vía para resolver nuestras diferencias. Por el bien del país y de los panameños, estas  confrontaciones no se pueden permitir.

Podemos derogar leyes, pero las vidas perdidas son irremplazables.

Los responsables de estos hechos que ocasionaron víctimas y pérdidas materiales, deben ser procesados por las autoridades correspondientes.

Hago un llamado a la consciencia de los políticos, que en vez apoyar el llamado al diálogo del gobierno en beneficio de los colonenses, buscaron su propio interés, creando más violencia e incertidumbre.

Promover la inestabilidad, no contribuye al clima de paz que requiere el desarrollo de nuestro país.

Nuestro país es grande, sus indicadores así lo demuestran. El mundo nos admira y confía en nosotros.

Bajo ninguna circunstancia debemos poner en riesgo la estabilidad política o económica que nos caracterizan.

Debemos seguir unidos trabajando por mejorar nuestro país.  Buscar un punto de encuentro y juntos diseñar un plan de desarrollo para Colón, debe ser nuestro próximo paso. Tan pronto sea posible, debemos estar sentados en la mesa del diálogo. 

Hablando de cómo el mar Caribe y el turismo van a dar más empleos a los colonenses. Cómo y cuánto la Zona Libre le va a aportar a Colón. Quiénes van a administrar y cómo se van a invertir esos fondos.

Este debe ser un debate constructivo con soluciones concretas, de ejecución inmediata. Los intereses políticos ya hicieron suficiente daño. Deben quedar por fuera de este diálogo. Colón era la Tacita de Oro. Juntos podemos lograrlo otra vez.

Unidos, Colon va para adelante.  Lo que hace que un país funcione es la confianza.

Sabemos que podemos contar con el talento de los colonenses, y con su entusiasmo.

Confiamos en nuestra capacidad de unirnos en los malos momentos, porque ya lo hemos hecho antes.

Nuestro país está lleno de personas, ideas y proyectos en los que se puede confiar.

Colón necesita de todos y todos necesitamos de Colón.

Dios los bendiga.

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