domingo, 6 de octubre de 2013

Sandalio vuelve a las andadas: Daniel R. Pichel

DANIEL R. PICHEL
d.r.pichel@mac.com 
La Prensa 06/10/2013 - Era mucho pedir. Tanto tiempo sin saber de él, ya se notaba sospechoso. El famoso Sandalio ha vuelto, y con baterías recargadas. Ahora se ha montado otra huelga “porque van a privatizar la salud” por enésima vez. Lo peor es que a semejante personaje (que son varios), ya nadie les cree nada porque sus acciones se han encargado de demostrar que la salud de la gente no les importa nada, especialmente si con sus desvaríos encuentran una cámara o un micrófono donde explayarse con su demagogia de tercera. En lo personal, me parece saludable que las autoridades no cedan a un intento de chantaje. Además, Sandalio ha tratado de capitalizar el fervor de la política electoral a favor de su causa, como bien explicó esta semana el colega Temístocles Díaz.

Las razones de la huelga, supuestamente giran alrededor de la ley que permite importar médicos especialistas para el interior. Los argumentos son varios, y complejos. Como siempre, Sandalio los revuelve para enredar a la población. En el fondo, su objetivo es que no cambie el repugnante statu quo, donde se mueve tan cómodamente. Veamos punto por punto este enredo.

Es un hecho que hay un déficit de especialistas, principalmente en el interior. Si bien es cierto que hay médicos panameños que no han sido nombrados, aunque se les nombrara, no se cubrirían todas las plazas. Formar nuevos especialistas toma, si ya se graduaron, un mínimo de cinco años y si están comenzando la universidad por lo menos 11. Mientras, hay que encontrar una solución o al menos un paliativo.

Otra forma de abordar el problema es un análisis objetivo de qué médicos hay que nombrar en el interior. En general, un país tan pequeño como Panamá debía manejarse con hospitales de segundo nivel (manejados por internistas, pediatras, ginecólogos y cirujanos) que estarían en capacidad de resolver la gran mayoría de los casos. Los pacientes con problemas complejos serían referidos a hospitales terciarios en la capital. Esa, junto con una adecuada red de médicos de cabecera, sería la manera eficiente de manejar la salud pública. Pero entre la demagogia, la construcción desmedida de hospitales y la presión de grupos de influencia, todo el mundo exige nefrólogo, cardiólogo, cirujano cardiovascular, anestesiólogo, neonatólogo y neurocirujano, aunque no tengan materiales, insumos, quirófanos ni volumen de pacientes que justifiquen su nombramiento.

Otro punto a tomar en cuenta son los especialistas que fueron formados para ocupar plazas en el interior y que ahora no las ocupan. Estos profesionales, que se formaron con esfuerzo y sacrificio, se resisten a ser enviados a lugares donde no hay recursos para desarrollar todo lo que aprendieron. Esto es comprensible. Pero hay que entender que, si hay un contrato de por medio, estableciendo un compromiso, debe respetarse. No puede ser que cuando se termina el entrenamiento, se muevan influencias para no cumplir con lo que estaba estipulado. Así, si no van los panameños, hay que importar profesionales para suplir la demanda de servicios.

El tema de la “calidad” es otra cosa. Como decía mi abuela, “ni al que asó la manteca” se le ocurre que quienes vendrán a ocupar las plazas serán profesores universitarios, investigadores y jefes de departamento de otros países. Como el sentido común indica, estas plazas serán ocupadas principalmente por médicos jóvenes, con menos experiencia y sin situación laboral estable en sus países. Eso es real y, si Sandalio no lo entiende, tampoco debe sorprendernos. La ley de marras establece mecanismos para mantenerlos limitados a la labor para la que se les contrató, evitando que hagan medicina privada (lo cual me parece un abuso contra ellos) y teniendo que renovar su contrato cada año. Por supuesto, si alguno de esos médicos tiene un hijo en Panamá, adquieren los derechos que le corresponde como padres de un panameño. A Sandalio solo le falta pedir que los esterilicen.

Lo de la calidad debe ser mucho más abarcador. ¿Acaso hay certeza de la calidad profesional de quienes hoy atendemos a los pacientes? La única manera de lograr esto es implementando una certificación y recertificación profesional estandarizadas. Esto ya se intentó hace un tiempo y adivinen por qué no se pudo, pues porque Sandalio se opuso de manera furibunda. No vaya a ser que alguien se entere de que sabemos menos de lo que creemos. Por favor, seamos responsables si queremos realmente mejorar la atención que reciben los enfermos.

Lo último es lo de siempre. La dichosa “privatización”. Sandalio, cuando no tiene nada que decir, grita que quieren privatizar la salud. Yo pregunto: ¿Qué es más privatizador que obligar a los enfermos a asistir a clínicas privadas por culpa de una huelga irresponsable? ¿No es privatizar que el sistema público le pague a médicos institucionales por hacer procedimientos en los hospitales públicos fuera de sus ocho horas? Por favor, que no vengan con cuentos, porque lo único que les interesa es desestabilizar para mantener el caos vigente.

Cuando la profesión médica esté representada por profesionales académicamente respetables, que cumplen a cabalidad con sus horarios de trabajo y que dejan de poner la figuración por delante de los principios de la profesión, posiblemente las cosas mejoren. Mientras, el sistema de salud seguirá secuestrado por Sandalio y sus compinches...@drpichel

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