Para nadie es un secreto que desde que inició este
gobierno, el diario libre de Panamá, como se le conoce al periódico La Prensa, ha violado uno de los
más importantes postulados de la ética periodística; la imparcialidad.
Tampoco es novedoso que la razón de esta mala práctica
en el ejercicio del periodismo, se debe a la eficiencia como este gobierno ha
implementado el sistema de recaudación de impuesto, que ha tocado los intereses de quien lleva los hilos de la
línea editorial de este medio impreso.
Para muestra un papel periódico de la sección política
de este medio impreso, de las mas recientes publicaciones, que demuestra como
ahora han enfilado todas las intenciones para enfocar las notas periodísticas a
favor de la imagen de un candidato presidenciales que va muy cerca de la
ambulancia en las encuentas.
Se trata de Juan Carlos Varela, quien pese a ser en el
pasado blanco de ataque de este diario, por no representar sus intereses
prioritarios en ese momento, principalmente porque no goza de la popularidad
electoral, ahora si les es útil.
Porque es el producto de una acción desesperado, ante
la decisión del ex administrador de la Autoridad del Canal de Panamá (ACP),
Alberto Alemán Zubieta en declinar a una postulación presidencial.
Por eso a Roberto Boby Einsenmann no le ha quedado
otra salida que buscar en Varela una trinchera en la lucha que ha librado este
empresario para evadir una de las principales responsabilidades de todo
ciudadano; pagar sus impuestos.
Allí se demuestra la actitud desesperada de quien
mueve los hilos de este medio impreso que todos recordamos el prestigio que
ganó por haber abanderado la resistencia social contra el gobierno dictatorial de los militares y el
PRD y que por el capricho de una persona se está desmoronando.
Pero de quien no me sorprende, pero si me confirma la
tesis de que su alianza no es con el pueblo sino con quien pueda garantizarle
subir en las encuesta, es Juan Carlos Varela.
Él bandera la nómina del Partido Panameñista, merito
que consiguió en una paupérrima elecciones primarias donde compitió con
perfectos desconocidos y con tan solo un 20% de la participación del colectivo.
No le importa que haya sido tomado como plato de
segunda mesa, con tal de encontrar un camino, para aprovecharse de las bondades
de un medio de comunicación, que le permita ahorrarse unos cuentos dólares en la
promoción de su campaña política.
No es un secreto que a Varela no le importa firma un
pacto con el pueblo, porque su campaña solo se basa en la demagogia y la
carencia de propuestas auténticas, por eso le conviene el contrato que ha
acordado con Eisennman, para afinar los dardos hacia una campaña
sucia, de difamación y de desprestigio contra quienes han dado muestra de compromiso
con el pueblo.
Ni tampoco se puede ocultar las intenciones de este
medio impreso que ha sido acaparado por alguien que no es capaz de esconder sus
deseos de seguir acumulado fortuna, sin importarle las obligaciones de
contribuir con el desarrollo de la nación y de todos los que aquí habitan.
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