Si bien de consultas fue de lo que menos habló, sí sostuvo que mantendrá “todos los programas sociales positivos” de la administración del actual presidente, Ricardo Martinelli.
Acompañado de su esposa, María del Carmen Campagnani, y de sus hijos, Navarro no se salió de su acostumbrado guión. Vestido con un saco negro impecable, y a la medida, criticó una vez más cómo al pueblo panameño no le alcanza el dinero para comprar plátanos y huevos.
Cuando el candidato presidencial terminó con las anécdotas sobre las dificultades alimentarias por las que atraviesa la gente con la que él conversa, arrancó el teleprompter.
Navarro entonces posó su mirada hacia el balcón donde estaba ubicado el aparato electrónico que lentamente le mostraba las palabras. “Vamos a seguir con lo bueno y a corregir lo malo”, se leía en gigantescas letras mayúsculas en el teleprompter.
LA SOCIEDAD CIVIL CON NAVARRO
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