El presidente, Ricardo Martinelli, asumió el cargo hace cuatro años con un desafío: ¿cómo hacer un cambio en la inversión en la salud pública en Panamá, convirtiendo al país en un modelo para América Latina? En la actualidad, a menos de un año antes de dejar el cargo, los números muestran que valió la pena la prioridad dada a la zona.
El ejemplo más notable se observa en la tasa de mortalidad infantil. Ésta cayó más del 8% en el gobierno de Martinelli. A principios de este siglo, la tasa fue de 20,8 por cada 1.000 niños menores de cinco años. Cerró el año en 11.3.
Otra buena noticia en la asistencia sanitaria es que, gracias a las inversiones en los programas sociales, la esperanza de vida de los panameños hoy es 76,3 años. En los gobiernos anteriores, no superó 72,3 años el detalle: las cifras se refieren a 2012 y debe ser aún menor cuando se cerró en 2013.
Los números no se pueden analizar con frialdad. Además de reflejar la mejora general de la vida de la población, muestran que cuando hay voluntad política y la prioridad de mejorar la salud pública, los resultados aparecen, por suerte. En cambio, inversiones en salud democrática del gobierno de Martinelli, aumentó nada menos que cuatro veces. Fueron 2.684 millones de balboas hasta el momento, en comparación con 642,9 millones en los gobiernos anteriores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario