En el mercado agrícola central, donde se movilizan al mes entre 6,000 y 7,000 quintales de productos agrícolas como hortalizas, legumbres, frutas y granos, hay 565 comerciantes intermediarios que anticipan riesgos en la producción local y quiebra en otros.
Con la aplicación del Decreto 165 de control de precios, sus más cercanos aliados, los productores, ya han expresado su desánimo por la petición que les ha hecho el Gobierno de que aumenten el cultivo de rubros como la yuca, ñame, papa, tomate perita y cebolla, sin recibir a cambio ningún incentivo, por lo que advierten que sus ganancias para sobrevivir serán mínimas.
Su desaliento se fundamenta en que producen en las mismas condiciones y a los mismos costos de producción en fertilizantes y semillas mejoradas.
“Simplemente se empezó al revés”, es la conclusión de Anastacio Mesa, comerciante del también conocido Mercado de Abastos. En los 14 años que lleva allí, “nunca había visto un escenario tan complicado”.
Fue una medida desesperada que se tomó para agradar a la población sin mirar las consecuencias, declaró Mesa.
Ese “error” nos puede llevar a pasajes bíblicos, en los que la población tendrá efectivo, pero nada que comprar, agregó.
Ilustra lo anterior en que si permanece el desánimo de los productores, no habrá producción local, muchos comerciantes tendrán que cambiar de actividad, y a los consumidores les tocará comprar productos caros o importados.
“Primero se debió hacer un inventario de la producción local, lo que había en bodega y bajar los costos de producción. Eso hubiera eliminado el riesgo de la escasez y garantizaba que los rubros no dejaran de existir”, declaró Mesa.
Por ejemplo, en el mercado agrícola, que es el centro de acopio e intermediario de la cadena agroalimentaria, los productores despachan el quintal de papa nacional a $48.
Por quintal, los comerciantes promedian en merma 20 libras (papitas quebradas y con polillas) que se traducen en pérdidas al quedar frenados con un tope de ganancia establecido en el decreto de 60 centavos por libra.
Las consecuencias de esa operación matemática, aseguran los comerciantes consultados por Panamá América, también es una merma en las compras, porque para los minoristas no es rentable.
“Los chinos, que son nuestros mayores compradores, no están llevando los productos porque no les representa ganancia y, en consecuencia, se acumula la mercancía. Ellos prefieren no vender esos productos”, manifestó.
Yori Morales, presidente de la Asociación de Distribuidores de Mercancía Agrícola, aseguró que hay inquietud en el gremio por la merma marcada en las ventas durante la primera semana de la medida. “A excepción del tomate perita, que no hay por el verano desastroso que pasó, el resto de los productos que se incluyeron en la lista se movilizan con dificultad. No hay garantía de que todos ganen”, dijo.
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