Como era previsible por la descarada politización del Tribunal Electoral (TE), los magistrados Erasmo Pinilla y Eduardo Valdés ordenaron la entrega de las credenciales a los candidatos del PRD, Rubén de León y Néstor Guardia, de los circuitos plurinominales impugnados 9-1 de Veraguas y 2-1 de Coclé, respectivamente. Preservando el honor de la objetividad jurídica, el magistrado Heriberto Araúz salvó su voto. Hace tiempo se esperaba que reaccionara ante la notoria parcialización de Pinilla y Valdés, que no podrían ocultar, su relación con el perredismo, más allá de las tácitas renuncias a la filiación partidaria.
No hay que ser pitonisa política para conocer de antemano que el diputado de Cambio Democrático (CD) Carlos Afú, cuya trayectoria parlamentaria a favor de Las Tablas es conocida, los magistrados politizados quizás resuelvan en su contra la impugnación que presentó otro candidato del PRD. La gente observa que los cuestionados magistrados han acatado la línea de los proyectos de los diputados perredistas a favor de una rápida entrega de credenciales a sus partidarios.
Más negra es la situación de los diputados impugnados de CD. Su elección democrática en los comicios corre el riesgo de anularse para que el panameñismo y el perredismo tengan mayoría en la Asamblea Nacional. El gobierno quiere que el TE acoja las impugnaciones sustentadas en ridículas acusaciones para controlar la Asamblea que el pueblo les negó en las ánforas.
La línea de carrera del TE es acatar lo que ordena el gobierno de Juan Carlos Varela, al que Pinilla ensalzó en una ceremonia pública, al propio tiempo que vertía veneno una vez más contra el gobierno de Martinelli, que les construyó un nuevo local que parece un templo faraónico. Los faraones están preparados para hacer la tarea. Se perpetraría un fraude electoral sin precedentes que mancharía en forma indeleble la marcha de la democracia panameña. Para evitar el bochornoso escándalo no hay otra alternativa que efectuar nuevas elecciones para que decida el pueblo.
Cegado por el odio a CD, el régimen varelista no repara que le está entregando al PRD una mayoría legislativa que puede amarrarlo con más fuerza. Con mayoría propia, el PRD prescindiría del apoyo panameñista y aprobaría las leyes que les venga en gana. Buscarían los legisladores del PRD las leyes que solo a ellos beneficien, pensando que así podrían reconstruir la plataforma política que perdieron en dos elecciones. Podrían nombrar solo con sus votos al nuevo contralor, al nuevo procurador, y condicionar la ratificación de funcionarios. Tendrían autoridad administrativa para darles a sus militantes que hoy están en el ostracismo, oportunidades de empleo clientelista.
El concepto de gobernabilidad compartida es exótico y extraño a políticos que rigieron una dictadura de más de 20 años, disfrutando el monopolio de la gestión pública. El apetito de los actuales perredistas es más grande porque sueldos, viáticos, comisiones, más colaterales, son más estimulantes en la democracia que en la dictadura. El caso Cemis graficó el escándalo de corrupción legislativa sin paralelo en la República. Nunca perdonarán a Carlos Afú que, blandiendo billetes, destapara la distribución colectiva del soborno.
Si no somos parientes de los gobernantes o miembros del PRD, no tenemos derecho a nada. Que el último en salir apague la luz.
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