Por : Erick A. Candanedo S.
En el PRD tenemos el conocimiento, la experiencia y la fuerza política para ganar las elecciones, pero insistimos en imponer candidatos impopulares. Qué forma más desatinada de trabajar es esta.
Es claro que contamos con una multitud de expertos y estadistas; que conocemos las circunstancias, virtudes y los defectos de nuestros candidatos y, sin embargo, nos seguimos debatiendo entre la decisión de impulsar candidaturas que por sí solas obstaculizan, desacreditan y encarecen nuestra campaña; malgastando el tiempo y la energía de nuestros militantes y voluntarios, pues su apoyo y recursos se diluyen en esfuerzos para limpiar la imagen y los perfiles que le proponemos al panameño.
A esto debemos aunar el hecho de que los candidatos se enfrentarán a la lupa implacable de los medios de comunicación y que los otros partidos se preparan para reclutar un ejército de estos mismos comunicadores para presentarlos como aspirantes electorales, con el solo fin de presentar una imagen y garantizar una curul, claramente clientelista, sin importar si tienen o no la capacidad para cumplir con la nación.
Contamos con análisis externos e internos sobre los eventos y lecciones que antecedieron, se ejecutaron y, posteriormente, causaron la pérdida de las pasadas elecciones para el PRD. Sabemos claramente qué tipo de propuesta, en su momento, aprobó el electorado panameño y cómo debemos presentársela. Contamos con la mística organizacional para llevar la propuesta a las urnas y ejecutar una estrategia ganadora. ¿En dónde está el problema interno? Claramente, nadie quiere perder, pero las elecciones generales no se ganan en las primarias del partido. Esto es tan claro que la soledad de un candidato que “no está marcando” no es culpa de la estructura, sino de la estadística probabilística orientada al financiamiento de las campañas. Nadie aportará tiempo y recursos, si no se tiene posibilidades evidentes.
Me parece una pérdida de tiempo repetir que la popularidad de un candidato dentro del partido no necesariamente es correspondiente a sus posibilidades de ser electo; que tenemos una campaña prácticamente ganada, debido a los desatinos gubernamentales, pero que puede ser perdida en nuestras primarias con la elección de candidatos impopulares o indefendibles; que la responsabilidad de las elecciones va más allá del partido, pues al perder las elecciones podemos terminar entregándole la dirección del país a los grupos menos adecuados para gobernar, y traicionar el ideal democrático que Omar Torrijos nos delegó para que forjásemos un Estado libre en derecho.
Dejemos el rejuego de la arrogancia y la territorialidad, hagamos un consenso científico para presentar una propuesta democrática factible, cerremos filas, salgamos a liderar las elecciones para 2014 y apoyemos al electorado PRD, que tiene todas las intenciones de cumplir con el compromiso electoral, como solo el PRD sabe hacerlo.