Autor: La Conciencia PTY

Segundos antes de la conclusión del despacho del medio, donde el periodista parecía esforzarse como para no quedarse sin palabras ante lo que estaba presenciando, una voz varonil sobresalió entre la descripción del reportero para colarse claramente en las señales de la transmisión del canal que, estoy seguro, vieron muchos panameños en todo el país. ¡Viva Panamá! Fue el grito potente de ese desconocido, perdido entre las tomas de la cámara que enfocaban a las autoridades presentes en el evento, principalmente al presidente Ricardo Martinelli quien abrazaba a su señora madre, cuyo nombre lleva la tuneladora.

Independientemente de su misterio, de lo que sí estoy seguro es que el eco de sus palabras dejó cosas claras en el ambiente, para el resto del país y el mundo que sigue de cerca no solo el proyecto en mención sino también otras macro obras que son la envidia en la región. Aquel ser evidenció que es un panameño trabajador, pero además orgulloso de su nacionalidad y su país. Y me identifiqué inmediatamente.
El ¡Viva Panamá! fue justo cuando la tuneladora llegó a su meta, haciendo colapsar una pared donde se marcó con exactitud el punto de salida, tras lo cual, emergieron, cual topos, varios operarios que se abrieron paso entre la cabeza de la enorme maquinaria para dejarse ver en medio de un enorme pozo, a varios metros de profundidad, portando con orgullo nuestra Bandera Nacional, ante el merecido aplauso de los presentes.
Con este panorama, aquel ¡Viva Panamá! me contagió. Cómo no ha de sentir orgullo el autor de aquella expresión al reconocer que Panamá y los panameños estamos creciendo, que hemos avanzado mucho. Cómo no entender el orgullo de aquel personaje que a lo mejor en sus 40 años o más jamás pensó ver en el país, y solo en el país, semejante monstruosidad de máquina, que solo se ven en naciones consideradas potencias económicas o desarrollados, y que también se están utilizando para la construcción del Metro de Panamá.
Cómo no sentir orgullo de ese hecho que hizo historia, y que mientras otros viven en el pesimismo, denigrando en el exterior al país y localmente tratando de destruirla, aún siendo panameños, hay muchos más que no se conforman solo con ver crecer a Panamá sino que con sacrificio, sudor y esfuerzo trabajan diariamente por la nación, como en la excavación del túnel que forma parte de las obras de Saneamiento de la Ciudad y la Bahía de Panamá, literalmente en silencio, porque nadie los ve y bajo condiciones que nadie se imagina.
Hace rato que no escuchaba un ¡Viva Panamá! con tanta sinceridad y sentimiento. ¿Cuántos más, políticos y no políticos, podrán hacer suya esta frase con el orgullo que amerita, y por qué no decirlo, con el patriotismo que debe denotar? Ojalá ese grito no se ahogue en los intereses personales y mezquinos de quienes quieren destruir –como escribió una vez Mario A. Rognoni- con los pies lo que ha costado tanto construir con las manos.
