LA OPINION PANAMA - Las elecciones del 2014 marcarán el final de una época y el inicio de otra etapa en la historia del país, cuyos objetivos deberán ser la lucha por la equidad, más que por los aspectos nacionalistas que ya han logrado ser resueltos.
Los partidos Panameñista y Revolucionario Democrático (PRD), son las dos corrientes que se han disputado el poder durante varias décadas y sus gestores, Arnulfo Arias y Omar Torrijos diseñaron sus respectivas doctrinas, basadas en la recuperación de la soberanía nacional.
Si bien ambos se preocuparon por temas sociales y económicos, su centro gravitacional fue el nacionalismo.
Pero el tiempo ha pasado y hoy es otra la realidad y otros los retos. La lucha contra la pobreza, el desempleo y la criminalidad se han convertido en elementos esenciales de toda agenda de gobierno. Los dos partidos mencionados poco hicieron por impedir que estas condiciones afectaran al país, mientras se alternaban en el gobierno, entregados al poder económico surgido a la sombra de la dictadura.
De esta manera, el pensamiento de los creadores de ambas organizaciones políticas ha quedado desvirtuado, alejados totalmente de los sectores populares cuyas necesidades han requerido de una urgente intervención.
Podrían desaparecer
Entre el Panameñismo y el PRD, no existen diferencias porque sus propuestas están desfasadas y su modelo político agotado. Cumplieron sus objetivos, la lucha nacionalista y la llegada al poder, por lo que no tienen más nada que aportar.
En la época democrática post-dictadura, estos colectivos han llegado dos veces al poder pero han demostrado no tener visión social, porque creyeron que al servicio del poder económico les resultaría más fácil alternarse en la administración del Estado, situación a la que puso fin el partido Cambio Democrático (CD).
Al igual que en toda América Latina, estos partidos tradicionales han cedido el paso a nuevas propuestas. Ejemplos notables han sido Brasil, Perú y Uruguay, gobernados por una izquierda renovada y en sintonía con una época de cambios.
Naturalmente, en este escenario existen excepciones tales como las de Bolivia, Ecuador y Venezuela, donde el modelo ha sido aplicado sin flexibilidad, lo que ha terminado por convertirse en dictaduras elegidas por pueblos manipulados y controlados con discursos populares.
En Panamá, la llegada al poder del CD ha oxigenado el sistema político ya que se le ha prestado atención, no solo a las obras de infraestructura demandadas por el crecimiento económico, como por ejemplo el Metro, la modernización del transporte público y el ordenamiento del selectivo, sino también a las de carácter social.
El presidente Ricardo Martinelli ha aplicado una fórmula inédita ya que su gobierno ha sido de derecha en la producción de riqueza y de izquierda para repartirla de manera equitativa.
La política tributaria que ha obligado a los que más ganan a pagar más impuestos ha sido la causa de los movimientos de desestabilización, organizados por los más radicales agentes del poder económico, en complicidad con elementos disociadores conformados por políticos tradicionales.
Ante la ausencia de resultados a su favor, los opositores se dieron a la tarea de montar escenarios de violencia en lugares como Changuinola, San Félix y Colón y llevaron a cabo intensas campañas mediáticas para tratar de desestabilizar al país que también tenían como objetivo afectar su imagen en el extranjero.
Las dos agrupaciones políticas antes mencionadas, el PRD y el Panameñismo han comenzado a resquebrajarse y a recibir críticas de sus líderes históricos que ven con preocupación la aproximación de una derrota electoral en el 2014.
Este es el caso de la expresidente Mireya Moscoso quien considera debilitada la candidatura de Juan Carlos Varela
Tanto es así que en el Panameñismo hay quienes pretenden tender puentes para acercarse nuevamente al gobierno de Martinelli y lograr un acuerdo que les permita ir bien representados en una alianza oficialista.
Mientras tanto, en el PRD la situación también se muestra sumamente complicada ya que los torrijistas se sientes totalmente desplazados por los miembros del Club Unión y el poder financiero.
Quizás tiene razón Mitchel Doens al tratar de retener el partido porque en la actual cúpula nada tiene parecido al modelo de organización fundado por Omar Torrijos.
¿ Panameñismo con PRD juntos?
Tal vez por eso es que, ante la posibilidad de desaparecer ambos partidos en las próximas elecciones, pretenden unirse para poder sobrevivir, pero esa fórmula planteada por Milton Henríquez es rechazada por Javier Martínez Acha quien señala que ya existe una hoja de ruta.
Finalmente, el partido que parece haber recibido una estocada mortal en el Panameñista, cuya oferta presidencial es Juan Carlos Varela, una figura que se desvanece cada día, tal como lo demuestran las encuestas.