Como hemos manifestado a lo largo de los años, estamos convencidos de que la educación, así como otros asuntos de prioridad social o económica, debe atenderse como asunto de Estado, con iniciativas consensuadas, que involucren a todos los sectores de la sociedad civil y, lo más importante, que trasciendan gobiernos y se mantenga alejada de la política.
Pese a que en los últimos años se ha apreciado una genuina preocupación por parte de los diferentes actores involucrados en el sistema, tanto de las autoridades, educadores, padres de familia y acudientes, como estudiantes, luego de tres décadas de falta de acciones, aún estamos en deuda con el futuro de nuestro país.
La educación no distingue razas, género, orientaciones políticas ni religión, por lo tanto, la modernización y mejoramiento de la calidad del sistema educativo es un asunto en el que todos tenemos responsabilidad.
Aspiramos a que este año finalice sin sobresaltos ni amenazas que atenten contra el destino de los estudiantes, mientras cumplimos juntos la promesa de egresar estudiantes con amplias competencias y conocimientos, preparados para integrarse en una sociedad cada vez más exigente tanto en conocimientos generales como investigativos y técnicos, a tono con las exigencias tecnológicas que cada día se establecen en nuestras sociedades.