Diferentes encuestas internacionales destacan a Panamá como el país de la felicidad y los panameños tenemos muchas razones para sentirnos así, entre ellas la bonanza económica que vivimos, situación que envidian otras naciones, incluyendo Estados Unidos y las europeas.
Los grupos de la izquierda radical, con sus acciones ilegales, pretenden desestabilizar al gobierno para poder llegar al poder y no se dan cuenta que no tienen el respaldo popular y son incapaces de elaborar una propuesta para convencer a los electores.
Ellos se han aliado con el poder económico para que, a través de los medios de comunicación a su servicio, puedan formar estos ambientes que tan solo buscan desasosiego y violencia para destruir las propiedades públicas y privadas, aún a costa de la vida humana.
Estos grupos minoritarios que atentan contra los derechos de los ciudadanos ya tienen hastiada a la ciudadanía que espera acciones de las autoridades para que no sigan en la impunidad de sus prácticas ilegales.
Quienes encabezan estos grupos de revoltosos tienen relaciones conocidas con poderosos empresarios que financian sus actividades para obligar al gobierno a darles ventaja y beneficios, por lo que deben ser frenados en sus intenciones de hacer daño al país.
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