El hecho de que Juan Carlos Navarro busque apoyo en Mario Rognoni ha provocado que las bases no crean en su propuesta de renovación del partido, porque ya vivieron en carne propia lo que el propio hijo del fundador del PRD hizo.
Los miembros históricos o doctrinales del PRD comienzan a manifestar su descontento con la política interna del secretario general de ese partido, Juan Carlos Navarro, quien se ha convertido en un politicastro y no en una fuerza renovadora.
También se unen a este malestar, la gente joven de la Ola Azul, que había cifrado esperanzas en Navarro, como una esperanza de renovación que terminaría de una vez por todas con los llamados “dinosaurios” como Mitchel Doens y Pachi Cárdenas y con los eternos oportunistas que se aprovechan de esta organización política.
Por ejemplo, su alianza con Samuel Lewis Navarro y Nito Cortizo, quienes ya han estado en elevados niveles del partido, cayó como un balde de agua fría en algunos, porque estas personas van por sus intereses personales y no los del pueblo o del colectivo.
La justificación por la cual el exsecretario de la Federación de Estudiantes de Panamá (FEP), para presentarse a una candidatura presidencial dentro del PRD, es más para denunciar la pérdida de sus objetivos personales, más que para ganar.
Es más, la renuncia sorpresiva del colonense Miguel Bush al PRD e inscribirse en el oficialista Cambio Democrático (CD) es un duro golpe para la estructura partidista en Colón y una desmoralización para los históricos, que quedan en la organización.
Además, la denuncia que hizo el perredista Rolando Trelles, sobre la pérdida del norte partidista en la provincia de Herrera, es otra voz que se levanta y pierde la fe en el movimiento. Trelles ha entrado a laborar en una entidad del gobierno.
Navarro se está quedando con los de siempre, los que no aportan nada pero disfrutan de las mieles del poder y casi nunca mira hacia abajo cuando han logrado alcanzar un elevado sitial. Estos se mantienen siempre a flote cuando sube el PRD.
Los viejos y los nuevos elementos del colectivo ve los mismos personajes y no consideran que la conducta del secretario general logre una renovación del partido.
Se preguntan los perredistas qué pueden aportar Lewis Navarro o Cortizo, que ya pasaron por cargos públicos sin dejar ninguna huella.
El hecho de que Juan Carlos Navarro busque apoyo en Mario Rognoni ha provocado que las bases no crean en su propuesta de renovación del partido, porque ya vivieron en carne propia lo que el propio hijo del fundador del PRD hizo cuando ocupó la presidencia, que no se mostró como perredista y menos como seguidor de su padre.
Más bien, el hijo del general Torrijos hizo todo lo posible por destruir al PRD y para eso se unió a los enemigos de su padre, al incorporar a la democracia cristiana a cuyos representantes les fue muy bien, a costa de sacrificar a los perredés, como Oscar Ávila a quien le quitaron una curul para entregársela al democristiano Rubén Arosemena.
Cada día, Juan Carlos Navarro se aleja más de sus bases y de los compromisos para acercarse a quienes aseguró que combatiría para renovar el partido, pero sus alianzas demuestran que está muy lejos de cumplir esa promesa de campaña cuando aspiraba a la secretaría general.
Las perspectivas en el PRD son más de fraccionamiento que de división, ya que realmente no existe alguien quien le pueda disputar la candidatura presidencial a Navarro y para disimular buscado figuras sin relevancia.
El comportamiento de muchos del PRD ha sido acercarse a Cambio Democrático, otros se irán a la izquierda y ya hay quienes piensan que convertirse en miembros del MOLIRENA es lo más razonable.
Lo que queda claro es que igual que en las elecciones pasadas los perredistas castigarán a su candidato votando por el partido oficialista.
Es muy duro que los varelistas se puedan llevar algo de los decepcionados del PRD y también los del Partido Popular.
Lo cierto es que la poca definición y dirección de Juan Carlos Navarro lo está llevando a un precipicio.
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