Es una pena que los grupos políticos que buscan el poder utilicen toda clase de tácticas sucias para ganar simpatía entre los panameños. Lo que ocurre en la provincia de Colón es una muestra de lo que son capaces de provocar.
Los dirigentes políticos de oposición han salido a las calles abiertamente a rechazar una iniciativa que buscar darle más beneficios al país y a la misma provincia de Colón. Sin ningún tipo de pudor llaman a la rebelión a los ciudadanos y sacan de sus bolsillos para fomentar el caos.
Piensan que convirtiendo una provincia en un campo de batalla ganarán próximamente unas elecciones generales y están totalmente equivocados. Le dieron la oportunidad a los delincuentes y los pandilleros de actuar al margen de la ley perjudicando a los residentes de Colón.
Es impresionante como salen a aplaudir o justificar acciones como estas donde se atentó contra la seguridad de cientos de personas inocentes. Algunos sectores que tampoco aceptan al actual gobierno presidido por Ricardo Martinelli, siguieron el juego y no perdieron la oportunidad para respaldar los actos de violencia, olvidándose del fondo del problema.
Cualquiera que se atreva a utilizar esta crisis social para ganar apoyo político es un irresponsable y merece que le caiga enérgicamente todo el peso de la ley. Incitar a la violencia en las calles sin importar las consecuencias y daños es condenable.
Los únicos perdedores de todo esto son los habitantes de la provincia de Colón. Es momento de hacer un alto y reflexionar detenidamente sobre el futuro del país.
Dejen la política barata a un lado y analicen el daño enorme que le están causando a Colón, todo por la ambición de ostentar el poder. Triste y patética realidad.
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