EN BUSCA DE ´RATING´ - DANIEL R. PICHEL
No sé que vamos a hacer con los medios en nuestro país. Cada día que pasa es más deprimente el contenido y la forma de exponer lo que ocurre en nuestro ambiente. Aparentemente, la “producción nacional” se resume a una colección de programas de concurso (que ahora se llaman realities) y en los cuales vemos gente cantando (aunque tal vez la palabra “gritando” sea más exacta), bailando o contestando preguntas con el objeto de ganarse dinero, fama o quién sabe qué más.
Casi todos los días tenemos durante el prime time esta colección de televisión barata que por alguna razón parece hipnotizar a la teleaudiencia. Ahora, entendamos que, por lo general, todas estas cosas irán siempre casadas con un sistema de mensajes de texto, que representan un interesante método de obtener ingresos, tanto para las empresas celulares como para los canales que producen los programas. Por eso, se montan todas estas campañas de apoyo de los competidores de parte de sus vecinos y, de ser posible, de todos los habitantes de la provincia. Así, se pueden asegurar unos cuantos miles de mensajes de texto para “votar por el favorito” y de paso engordar los ingresos de la televisora. Aclaro que, a pesar de no ser un género musical de mis favoritos, me parece que, de todos estos programas, el más ingenioso es el Reto de Trovadores. En él, la improvisación y la picardía de nuestras raíces del campo hacen una combinación verdaderamente original. Los “duelos” entre los cantantes de décimas no solamente son graciosos, sino que demuestran esa sabiduría popular que frecuentemente damos por olvidada en nuestro medio urbano.
Pero a lo que quiero referirme es nuevamente a los noticieros de nuestra televisión. No importa qué canal se vea, todos los espacios de noticias son más o menos la misma cosa. En las mañanas, el plato fuerte son las “entrevistas” con todo tipo de personajes que acuden a los espacios para dar sus opiniones sobre nuestra “actualidad nacional”. Por lo general, son los mismos reciclados, que en una mañana brincan de un canal a otro para repetir la misma perorata a que nos tienen acostumbrados. Ha llegado al punto de que, antes de comenzar la entrevista, ya sabemos lo que van a decir. Encima, no falta algún pelafustán que se llena la boca “exigiéndole al Gobierno” que haga tal o cual cosa, como si tuviera algún tipo de convocatoria o fuerza moral para pedir nada.
Otros, simplemente van a ocupar un espacio sintiéndose que con ello se mantienen en cámara, lo que les permite alimentar algún tipo de esperanza electoral que, si por el bien del país es, esperemos no obtengan.
Peor aún cuando comienzan los reportajes. Un canal (ya no recuerdo cuál), se pasó tres días repitiendo una filmación de una pelea entre dos mujeres. Las susodichas señoras se halaban de las greñas mientras se daban puñetazos y patadas, envueltas en el agradable sonido de todo tipo de improperios. Con toda honestidad, no tengo idea de a qué mente retorcida se le puede ocurrir que semejante espectáculo puede ser una “noticia”. Después, nunca faltan seis o siete reportajes que nos ilustran todo tipo de actos violentos, tiroteos, heridos, ajusticiamientos y asaltos. Por lo visto, esas cosas generan rating, mucho más que los análisis inteligentes de la situación económica o política del país, la región o el mundo.
Ah, el mundo. Aparentemente, Panamá existe en un asteroide aislado en donde no ocurre nada más que los chismes locales. Tan solo el jueves, en un noticiero de 60 minutos, mencionaron únicamente dos noticias internacionales. La recuperación de la cirugía de cáncer de próstata del Presidente de Colombia, y el cierre de las campañas electorales en Venezuela. El hecho de que se diera el primer debate presidencial en Estados Unidos, o que Siria y Turquía se agarraron a bombazos el día anterior, parece ser completamente irrelevante ante la necesidad de reportar en la “notas de farándula” (que yo llamaría chismonoticias) que Luis Miguel no atiende a sus hijos, que dos artistas juveniles se ponen los cuernos y, sobre todo, que unos locos andan por la calle manejando sus carros en dos ruedas.
Aunque todo esto suena a broma, hay cosas que son mucho más serias. Tan solo esta semana, después del horrible accidente donde murió una niña bajo los escombros de una pared que se derrumbó en su escuela, los carroñeros de las televisoras se apersonaron al lugar para entrevistar a los presentes, entre ellos a niños de escasos 10 años, quienes debían estar siendo atendidos por servicios de soporte psicológico especializado y no dando descripciones delante de un micrófono de lo ocurrido. Al margen de que pudiera ser ilegal entrevistar a un menor, sin la aprobación de sus padres, la actitud de esos seudoreporteros es a todas luces deplorable. Evidentemente, para muchos de esos niñitos puede parecer muy glamoroso aparecer en la televisión aunque, en realidad, eso no sea lo que más les conviene.
Tristemente, ante una televisora y el maldito rating nada debe interponerse. Sea como sea, hay que lograr que la gente se siente frente al televisor a ver su canal. Eso generará más anuncios y más ingresos, lo que parece ser la razón de existir de los medios. A fin de cuentas, la labor social que pueden cumplir, es totalmente irrelevante. @drpichel
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