Desde que el ser humano puebla el planeta, se ha dedicado a transformar, cambiar, mejorar y a tratar de perfeccionar el habitad. Por eso nos hemos considerado el “animal más inteligente del mundo”, cosa que parecen olvidar algunos que han vivido de la política nacional.
Hay personajes en nuestra fauna política que no entienden que desde el 2009 el presidente constitucional de Panamá, se llama Ricardo Martinelli Berrocal, por decisión mayoritaria del pueblo que democráticamente lo eligió en las urnas
Eso significa que debe planear, decidir y ejecutar acciones que vayan a favor de las grandes mayorías. Que en asocio con los grupos organizados y la sociedad en general, está en obligación de llevar respuestas a cada uno de los residentes del país.
Con personalidad propia ha impuesto su estilo de gobernar. Tal cual lo hicieron los que lo antecedieron en el cargo. Lo que pasa es que éste tiene más fuerza, carácter y una personalidad fuerte que lo hace asumir posiciones que se pueden considerar autoritarias, pero en el fondo, busca es cumplir con sus promesas electorales dentro del período para el cual fue electo.
Mientras esto acontece, la oposición política, valorando el potencial entre el electorado de Cambio Democrático, se dedica en asocio con la mal llamada “sociedad civil”- que son los mismos 4 gatos que en todos los gobiernos han sacado ventaja por oponerse, intentan conservar los privilegios que les ha generado ganancias en las pasadas administraciones.
El Toro Balladares, gobernó en su momento imponiendo sus conocimientos y habilidades y dejó huellas algunas muy buenas y otras que todavía generan controversia. Mireya Elisa cumplió su período, salpicada de denuncias y hechos criticables, pero gobernó con los suyos, aplicando su estilo personal.
Martin Torrijos, llegó al poder de la mano de sus amigos que lo desviaron de su compromisos con el pueblo. Si bien en el plano de la economía dejó saldos que todavía son dignos de reconocer, en el aspecto educativo, social, de seguridad, y de obras necesarias para llevar respuestas a las grandes mayorías, fracasó de manera estrepitosa.
El plan de trabajo de Martinelli le mereció el respaldo del electorado. Propinándole la mas aplastante derrota al PRD que demostró falta de cohesión, debilidades en su estructura partidista, luchas internas, la traición cumpliéndose el adagio que reza que el “peor enemigo de un PRD es otro PRD” .
La gestión de RMB, resulta prácticamente la antítesis de lo que han sido nuestros gobernantes después de la cruenta invasión de 1989. Un hombre directo, efectivo, no acostumbrado a la burocracia extrema que debita al gobierno, pero sobre todo, centrado en darle respuestas a las necesidades más urgentes que presentan los grandes núcleos humanos. Para ello se ha interesado en mega obras, sin descuidar la electrificación, la construcción de escuelas, la entrega de becas y computadoras para los estudiantes, ha creado programas de alta sensibilidad social, como 100 para los 70, Ángel Guardían, Mi Primer Empleo, reforzado al INADEH, al MITRADEL, al IFARHU, cambios en el obsoleto sistema de transporte colectivo, construye el sismtma del Metro y otras muchas respuestas que se observan a lo largo y ancho del país.
También ha sabido darle continuación y ampliar la base de beneficiarias del programa Red de Oportunidades (creado en el gobierno pasado) que llega cada 60 días a más de 74 mil hogares con aportes económicos que permite mantener dentro de los programas educativos y de salud a esa poblaciones en situación de pobreza extrema. Ese dinero que se entrega a través de ese programa apoya las economías de más de 400 mil panameños, en extrema pobreza sin condicionamientos partidistas de ninguna clase.
Mientras el gobierno mantiene su agenda de soluciones, haciendo entregas parciales de sus promesas de campaña, la oposición política se dedica a través de la rumorología, redes sociales, programas financiados a utilizar supuestos voceros populares para tratar de empañar la gestión del Ejecutivo. Eso, además de demostrarle al electorado que no tiene un plan de trabajo que ofrecer, muestra el pánico que tienen ante la respuesta del votante, que prefiere un gobierno que ha respondido o esos mismos “políticos de siempre”, que están pensado que en pleno siglo 21, aún “los perros se amarran con longaniza”.
Varela no debería ni salir en defensa de nadie porque el pueblo sabe que no ha demostrado nada al país que tiene la capacidad de ser presidente.
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