Alfonso Zamora / A medida que avanza la campaña, escuchamos a los candidatos, en particular a los de oposición, hablar sobre sus propuestas; sin embargo, notamos que son inconsistentes con la realidad del país por lo que, en lugar de ilustrar al votante, solo sirven para alimentar los caudales de las compañías publicitarias.
Hasta el momento, hemos escuchado propuestas que no parecen tener sustentación en un programa de gobierno, basado en las necesidades reales de la población y en un presupuesto nacional.
Por ejemplo, prometer la congelación de los precios de los alimentos de la canasta básica es una quimera porque existen acuerdos internacionales que lo impedirían, si no se realiza a través de subsidios o convenios con los productores.
No existe ningún país que haya congelado los precios de sus alimentos, sin que su producción haya comenzado a escasear y a ocasionar convulsiones sociales.
En Cuba, por ejemplo, la revolución socialista y sus planes de seguridad alimentaria llevaron a la isla caribeña al desastre del que todavía no ha sido capaz de salir, a pesar de que Fidel Castro reconoció que después de cincuenta años su discurso había fracasado.
Por su parte, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, ha tratado de intervenir en la oferta y la demanda de los alimentos, ocasionando que escaseen productos de primera necesidad.
Hablar de no cobrar intereses a las actividades agropecuarias, sin definir una política de Estado para este sector, es una locura que busca hacer que los productores caigan en una trampa que solo tiene matices electoreros.
Un candidato serio, ante un escenario de incongruencias como este, no debe participar en los debates presidenciales porque se expone a enredarse en un discurso que solo tiene propósitos políticos.
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