Dagoberto Franco Abogado ambientalista
El 1 de julio pasado marca dos hechos importantes en el futuro del país. Por un lado se inicia el cuarto año de mandato del presidente R.icardo Martinelli. Y por el otro, se inicia un nuevo periodo de sesiones de la Asamblea Nacional.
Es normal que en la Asamblea (como en cualquier otro país) se den debates enconados entre los diputados de gobierno y oposición en la discusión de un determinado proyecto de ley. Y también es normal las maniobras para dilatar la aprobación de un proyecto de ley por parte de quienes no están de acuerdo con el mismo.
Lo que resulta inadmisible es que los diputados de oposición, en el periodo de sesiones extraordinarias, so pretexto de no estar de acuerdo con dos proyectos de ley y con el nombramiento de los magistrados de la Sala Quinta, convirtieran la Asamblea en un barrio de trifulcas, lo que hizo necesario restringir la entrada del público a la sesión siguiente, para evitar, no solo los daños a las instalaciones físicas, sino para evitar enfrentamientos violentos entre los seguidores de uno y otro bando.
Es evidente que los diputados de oposición aprovecharon su investidura para crear las condiciones que terminaron en enfrentamientos entre la Policía Nacional y los miembros del mal llamado Frente Pro Defensa de la Democracia.
Y es que este enfrentamiento fue fríamente calculado y provocado para crear un clima de inestabilidad, y así tener argumentos para decir en todos los medios nacionales e internacionales que fueron reprimidos .
En las imágenes pasadas por las distintas televisoras, se ve con claridad cuando los diputados de oposición Adolfo Valderrama, Jorge Iván Arrocha, el vicepresidente Juan Carlos Varela y Mitchell Doens, entre otros diputados y candidatos a puestos de elección, intentaban quitar las cercas móviles colocadas por la Policía Nacional, para evitar que la turba se tomara la Asamblea. La realidad en ese momento es que los que ahora se escudan en el Frente Pro Defensa de la Democracia lo que menos querían era entrar a la Asamblea para participar en la discusión de los temas. Su propósito era buscar protagonismo político incitando las acciones de violencia que se dieron el 19 de junio, sin medir las consecuencias.
El Frente Pro Defensa de la Democracia se ha constituido en el instrumento perfecto de algunos personajes con intereses electoreros para ganar simpatía, sin importarles a quién arrastran en su afán de figuración. Pero lo más lamentable, es que los diputados que están llamados a dar ejemplo de civismo sean los que promuevan estos actos de violencia, con lo cual le echan más lodo a la ya deteriorada imagen de la Asamblea.
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