martes, 26 de junio de 2012

Panamá: tres marcas para el desarrollo

by Leire Otaegi, periodista independiente

Aprovechar el potencial de comercialización de los pequeños productores de los países en desarrollo y menos adelantados constituye un reto fundamental para paliar la pobreza rural y garantizar la viabilidad y sostenibilidad de la producción en pequeña escala de productos agrícolas y artesanales.  
En una nueva serie de artículos, la Revista de la OMPI examina de qué modo la Organización está ayudando a las asociaciones de pequeños agricultores y productores locales de los países en desarrollo a añadir valor a sus productos a través del desarrollo de marcas de producto. En este primer artículo, se presenta la experiencia de los productores de tres de los productos culturalmente más importantes de Panamá: el Café de Palmira, los paneles de tela finamente cosidos del pueblo guna, conocidos como "molas", y las piñas de La Chorrera.

Las marcas, uno de los instrumentos más poderosos y eficaces para acrecentar el valor comercial de los productos, a menudo están más allá del alcance de los pequeños productores y agricultores. En el marco de la Agenda para el Desarrollo, a través de la iniciativa "Propiedad intelectual y desarrollo de marcas de producto para el fomento de las empresas", la OMPI está tratando de llenar este vacío. El objetivo de la iniciativa es poner a disposición de los pequeños productores y agricultores locales de los países en desarrollo y menos adelantados las herramientas que necesitan para utilizar los derechos de propiedad intelectual (P.I.) con vistas a mejorar el valor de sus productos, aumentar los ingresos de exportación y reducir la pobreza.
"Estoy convencido de que será una herramienta muy eficaz. Tenemos una de las mejores variedades de grano de café del mundo, pero hasta ahora no hemos sido capaces de obtener un precio justo, porque no estábamos unidos". Con estas palabras, Fernandino Quiroz, pequeño productor de café de Palmira, resume las esperanzas y expectativas de los participantes en la iniciativa. 

Los productores de café veteranos se convierten en pioneros de las marcas

Los ricos suelos volcánicos de Palmira producen una gran diversidad de cultivos —café, naranjas, bananas, maíz, arroz y frijoles— que crecen en abundancia. Su microclima favorable también hace que sea ideal para el cultivo de café. El rico aroma del café de la región y su intenso sabor, con toques de chocolate, nueces y vainilla, deben mucho a la elevada altitud a la que se cultiva (alrededor de 1.200 metros sobre el nivel del mar). La OMPI ha colaborado durante los últimos 12 meses con la Asociación de Cultivadores de Café de Palmira (ACCOR) para tratar de mejorar las condiciones comerciales de los productores de esta bebida de calidad. 
Alexis Bonilla, jefe del Programa de Café del Ministerio de Desarrollo Agropecuario, con sede en Chiriquí, explica el problema con que se enfrentan los pequeños productores de café de la región.
"Los pequeños productores no procesan o preparan su café, sino que se lo suministran a un empresario o un intermediario. Esto significa que el origen del café se pierde. Cada vez que transfieren su producto, los agricultores se ven privados del valor añadido que tienen los cafés especiales o de origen exclusivo”. Competir en un sector dominado por unos pocos grandes productores de café también supone una gran lucha. Crear el "Café de Palmira" como marca colectiva brinda un medio por el que los agricultores pueden "obtener los beneficios que se derivan de disponer de un producto que es diferente de otros tipos de café", señala el Sr. Bonilla. El creciente reconocimiento de la ventaja de utilizar la marca está dando lugar a un aumento en el número de asociados a la ACCOR. Tal como señala el Sr. Quiroz, "queremos seguir adelante ... ya hemos llegado muy lejos. [La OMPI] nos está ayudando a crear una marca que nos permita vender tanto en los mercados locales como extranjeros”. Añade que "si todo va bien, sobreviviremos".
La decisión de crear la marca Café de Palmira también está propiciando el apoyo mutuo entre todos los productores para obtener denominaciones de origen para el Café de Boquete y el Café de Volcán, los cuales se producen en la provincia de Chiriquí. Esto ayudará a garantizar a un mayor número de productores de café que puedan sacar provecho del aumento del valor de mercado del café de la región. Asimismo, anticipa la unión de esfuerzos entre los productores de café ante las acometidas de los promotores inmobiliarios que están devorando las tierras que podrían destinarse a la producción de café.
"Tener a la OMPI a nuestro lado es lo mejor que le podía pasar al sector cafetero de Panamá, ya que [tener una marca reconocida] nos dará acceso a diversos mercados", señala Francisco Serracín, productor a escala mediana. "Desde el punto de vista del comprador, nuestro producto viene con la garantía plena de un trabajo bien hecho. Si nosotros, como productores, nos organizamos, no tendremos que seguir vendiendo nuestra tierra", añade. "Al final, todos los afectados —pequeños, medianos y grandes productores— se beneficiarán de la ayuda que la OMPI está prestando al sector del café de Panamá", explica.

Las molas Guna dejan su marca

Para el pueblo guna, la segunda mayor comunidad indígena de Panamá, el arte de hacer molas es la forma más importante de expresión artística. En estos complejos paneles de tela se entrelazan la cultura tradicional y las influencias modernas. Este antiguo arte se transmite puntada a puntada y capa por capa de madres a hijas, y da testimonio de la visión guna del cosmos y su relación armónica con la naturaleza. 
El arte y la economía van de la mano cuando se trata de las molas, una fuente fundamental de ingresos para las familias guna. "El dinero que obtengo de la venta de molas me sirve de gran ayuda. Gracias a las molas, he podido pagar la educación de mis hijas", señala Betí Martínez, Presidenta de la Asociación de Artesanas Guna.
Durante el decenio de 1980, aumentó la demanda de molas, pero al no existir una estrategia de comercialización o un marco jurídico para proteger este arte milenario, las imitaciones de los diseños guna inundaron el mercado. La gente "quiere vender molas, pero también nos quieren vender a nosotros", señala Betí Martínez. "¿Quién sale perdiendo? Los productores, porque quieren vender barato, pero sabemos lo mucho que vale la mola —el tejido, el trabajo, el desgaste de la vista— ... ellos no las hacen, así que les da igual. Sólo quieren comprar para revender", explica. A fin de proteger sus medios de subsistencia, las mujeres guna apelaron al Congreso General Guna para proteger este arte ancestral.
En colaboración con el Ministerio de Comercio e Industrias, y con la asistencia de la OMPI, el gobierno aprobó en el año 2000 la Ley N º 20 “Del régimen especial de propiedad intelectual sobre los derechos colectivos de los pueblos indígenas, para la protección y defensa de su identidad cultural y de sus conocimientos tradicionales”. "Nos embarcamos en un proyecto conjunto que todavía está vigente", explica el abogado guna Aresio Valiente. "La idea era proteger los conocimientos tradicionales, que en 10 casos hemos podido registrar. Uno de esos casos es la mola", señala.

La piña de La Chorrera, el orgullo de una marca colectiva

La tercera comunidad de productores que participa en la iniciativa de desarrollo de marcas de la OMPI en Panamá concierne a las piñas de La Chorrera. Los mercados de La Chorrera resplandecen con los colores de las frutas, pero entre ellas la estrella es la piña. El cultivo de la piña está generalizado en el distrito. Los pequeños productores venden sus piñas a embaladores mayoristas (que también tienen su propia producción de piña) para la exportación. Al igual que con los productores de café de Palmira, este sistema no da notoriedad a los pequeños productores de piña de La Chorrera. La labor que ha llevado a cabo la OMPI junto con la Asociación Agroindustrial Nacional de Productores y Exportadores de Piña (AANPEP) para crear la marca colectiva "Piñas de la Chorrera - Panamá", promete afianzar el control de los productores.
"En Panamá, lo primero que alguien pregunta al comprar una piña es ¿de dónde viene? Los comerciantes dicen que todas sus piñas son de La Chorrera, porque saben que de allí proceden algunas de las mejores frutas de nuestro país", dice Edna de Vergara, propietaria de la Finca Verba Odrec y Presidenta de la AANPEP, que aglutina a una empacadora y a cultivadores de piña con plantaciones de entre una y cien hectáreas. En el pasado, sin una marca de certificación, la calidad distintiva de las piñas La Chorrera quedaba oculta a la vista. Si bien algunas embaladoras utilizan sus propias marcas agrícolas, los productos exportados llevan por lo general la marca del cliente extranjero, borrándose toda huella del pequeño productor local.


Sin embargo, la creación de una marca colectiva presenta algunas dificultades. "Hay que entender la idiosincrasia de la colectividad que poseerá la titularidad de la marca. Nuestros intereses como especialistas en propiedad intelectual no necesariamente coinciden siempre con las necesidades de aquellos a quienes ofrecemos un servicio", comenta Pedro Bolívar, abogado que trabaja con la OMPI en el proyecto. "La idea no es sólo crear una marca y realizar un trámite. La marca debe ser representativa, sostenible y un motivo de orgullo que inspire a otros", dice. Cada vez hay más agricultores orgullosos de la marca Piñas de La Chorrera - Panamá. "Me sentiría muy orgulloso si la fruta que se consume en el extranjero llevase mi marca en ella. La marca colectiva traerá consigo un gran crecimiento, ya que nos permitirá promover y diferenciar nuestra fruta", señala Juan Carlos García, un pequeño productor local.
“La idea es que la marca actúe como un imán que atraiga a los productores en torno a sí para aumentar su producción agrícola y mejorar la capacidad de exportación de los agricultores locales", explica el Sr. Bolívar. "La marca es el elemento aglutinador, el hilo conductor entre el productor y el consumidor final", añade.
Si bien se ha avanzado en cuanto a la obtención de la marca, el Sr. Bolívar piensa que todavía queda mucho por hacer. "Estamos a mitad de camino", dice, subrayando la importancia del apoyo gubernamental para difundir, registrar y promocionar la marca en el extranjero. "Creo que el Gobierno de Panamá está comprometido con esta cuestión y que hará un seguimiento de este proyecto", dice


Claves del éxito de Panamá

Estos tres casos ponen de manifiesto la importancia de comprometerse activamente con la comunidad de productores a la hora de aplicar una estrategia de creación de marcas para los productos locales. Detrás de cada marca colectiva hay muchas historias personales, y cada comunidad tiene sus propias características y peculiaridades. Todo esto debe tenerse en cuenta al diseñar y aplicar una estrategia de marca eficaz. La ayuda de profesionales del derecho comprometidos que entienden los problemas que afrontan los productores locales también es importante.
El apoyo activo de los gobiernos resulta determinante para el éxito de estas iniciativas. Basándose en la experiencia adquirida, el Gobierno de Panamá está "decidido a apoyar a ... muchas más empresas para que puedan distinguir sus productos con una marca colectiva", señala Yasmina Pimentel, Viceministra de Industrias y Comercio de Panamá. "Este es un gran paso adelante", añade, señalando que ya se está trabajando en la preparación de una iniciativa nacional para apoyar el desarrollo de nuevas marcas.
Estas tres nuevas marcas prometen transformar los medios de subsistencia de los pequeños agricultores y productores de Panamá y dar apoyo a los objetivos de desarrollo económico del país. El reto ahora es seguir acrecentando la notoriedad de las marcas en el país y el extranjero para que se conviertan en marcas verdaderamente internacionales, y animar a otros productores a seguir su ejemplo.

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